viernes, 30 de marzo de 2007

El Eterno Retorno

Aún hay cosas que divagan perdidas en mi mente, y que jamás me he preocupado de responder hasta esta noche, en la que hago una suerte de reminiscencia a través de las antiguas entradas llenas de recuerdos que como sostuve anteriormente, fueron vedados y censurados. Freud diría que sólo una parte de ellos permaneció en mi SUPERYO, y que lo que decidí hacer hace algún tiempo atrás, fue una especie de subliminación catártica de mi YO. Ahora, sin duda, me encuentro excenta de todo vínculo con aquellos pensamientos.
Me revelo ante Nietzsche, para interrogarlo por recurrir al olvidado Heráclito, con su mito del eterno retorno. A decir verdad, su paradoja incesante me confunde, y no puedo dejar de ocupar éste momento para encausar las ideas que dejó tan difusas en mi mente.

Primero que todo, existe en su razonamiento, una manera de interpretar los sucesos, que se basan en la premisa de que: una cosa sigue a la otra, y otra seguirá a la anterior, y así las cosas que irán quedando en el pasado se volverán completamente irrecuperables, por la simple razón de que éstas no serían iguales, es decir, estarían ocupando otro tiempo y espacio, por lo que el concepto de igualdad no encaja en éstas condicionantes.
Sin embargo, el eterno retorno indica lo contrario, y supone una de las tesis de Nietzsche, que "ROBA" de Heráclito. Entonces, en primera instancia ¿Por qué fue "Así habló Zaratustra" ("Thus spoke Zarathustra") y no "Así habló Heráclito"? En fin, eso no habría cambiado en nada de no haber sucedido unas cuantas veces. ¿No es cierto?

El eterno retorno consiste en aceptar que todos los acontecimientos del mundo, todas las situaciones pasadas, presentes y futuras se repetirán eternamente, entonces, se convertirán todos los hechos en situaciones recurrentes que sería de mejor modo explicar así:
- ¿Qué sucedería si la humanidad se viera frente a una II Guerra Mundial que sucede cada 30 años en forma casi cíclica?
-¿Qué ocurriría si Jesús viniera y muriese de la misma forma en un intervalo de tiempo de mil años?

Sin duda, quizás sería un holocausto interminable.
Entonces, ¿Cómo es que Nietzsche apoya lo inretornable y a la vez la repitición del pasado de la misma forma en un tiempo presente o de otra forma, en un futuro cercano?

Puedo afirmar, que lo único que entiendo; es la herejía, la blasfemia, el insulto a los valores Nietzscheanos al decir que:
"El ser humano no es sino Nada antes de que Es (nace), y Es para luego retornar a la Nada, y así sucesivamente..."
Me han de perdonar, pero su repentina visión Aristotélica de los hechos que recurre al viaje del alma, no me convence, y a ésto llamo:

"Campaña por un Nietzsche valorado"

Yo, la inmoral criticona de éste pobre nihilista, requiere orientación, porque la reflexión la ha llevado por el camino de la idiotez a tal punto de creerse digna de cuestionar a un maestro que comparado con mi existencia, es UNA MALDITA MIERDA.
Gracias.

martes, 13 de marzo de 2007

Psicoanálisis Regresivo

Quizás pueda existir algo de certeza, cuando sostengo que en la oscuridad yace el reflejo más puro de la conciencia; Es como un espejo que reproduce la imagen plasmada con pequeñas partículas de plata en una cinta cinematográfica, que influyen en la nitidez de los pensamientos y de la objetividad del auto análisis.
Sin embargo, hay algo que las tinieblas esconden y que no revelan sino al subconsciente. Es un momento: un instante prolongado, en el que las realidades se intercambian en la mente de los seres humanos. La noche, aquí, en los confines del mundo, trae consigo la oscuridad que induce al más profundo sueño... esos sueños continuos que proferían horrores dentro de mis pensamientos. Esos mismos que me llevaron al sillón de una psicoanalista, terapeuta, psicóloga, o casi una de las ayudas más grandes de mi vida.
Comprobé entonces la veracidad del provervio alemán Einmal Ist Keinmal (una vez no significa nada), puesto que la primera vez que vi esos tormentos en la noche no fueron más que una simple pesadilla, pero cuando comenzaron a ser recurrentes, creo que la salud mental llegó casi al borde del colapso.
Comienzo, desde el recuerdo más intrínseco, el relato de éste proceso.

Estoy en el ático de mi terapeuta. Las luces están bajas, más bien tenues. La voz de Alexandra Basich mantiene el volumen de la fuente de agua en miniatura en un rincón. Me encuentro recostada en un cojín inmenso que parece succionarme, muy cerca del suelo. Afuera se oye el reducido tráfico de la calle Membrillar. Ya es tarde, es de noche. Las paredes del ático de madera no deja entrar el frío.
"¿Quieres un cigarro?", me pregunta la terapeuta, extendiéndo la cajetilla de sus cigarrillos, y un encendedor negro.
"Bueno, gracias.", estoy dispuesta a sostener lo que ella me ofrece.
"Ahora, comienza desde lo que te resulta más dificil volver a relatar. Cierra los ojos. Entra en esa realidad perdida que te es fácil recuperar en el momento del sueño. Concéntrate y dime todo. Quienes te hablan y porqué te hablan. Mueres rápido o lento. No importa. Todo sirve". Alexandra se dispone a escuchar mientras cierro los ojos con un cigarrillo en la boca. Las imágenes llegan y se agolpan en mi mente. Necesito organizar, y hablarle al viento que escucha atento.
Comienzo.
"Hay hojas secas bajo mis pies, que crujen mientras camino. En cada paso que doy, un bosque extenso se ve más cerca, como si se tratara de una película que pasa rápidamente. Un tipo a lo lejos corta leña con una guadaña más grande que su propio cuerpo, y me llama. Entonces, me acerco, porque lo reconozco, creo que es mi padre o alguien que tiene mucha autoridad sobre mí. El bosque huele a hierba mojada, y el tipo que luce un tanto hostil, me dice que me quede y corte el resto de la leña esparcida sobre el suelo. El tipo se aleja arrastrando los pies hacia un lugar donde no quedaban más árboles.
Al sostener la guadaña en mis manos, me parecía muy liviana. La leña la posaba en mis pies dispuesta a dividir el pedazo de tronco en dos. Un corte transversal que no sería muy difil de hacer.
De pronto, cuando me dispongo a sersionar la madera, una víbora se enrosca en mi brazo, y el filo de la guadaña traspasa mis extremidades. La víbora se va reptando, y se adentra en el bosque, mientras en cada gota de sangre se va mi vida. Y cada vez se hace más difícil respirar. La muerte llega cuando mis párpados húmedos por las lágrimas regresan abruptamente a la realidad"
Frente a los recuerdos las emociones son las mismas...
Las lágrimas afloran.
Alexandra me ofrece otro cigarro cuando despierto.
Todo es igual.
Pero no sirvió de nada... nuevamente.