
Me observaba minuciosamente desde arriba, y su respiración estremecía mis tímpanos cada vez que se acercaba a mi rostro.No podía abrir los ojos, no quería mover el cuerpo. No quería arrancar.Tendida en la cama, esperaba que se fuera y me dejara en paz, llevando consigo ese frío seco que impregnaba la habitación en ese momento.No sentía miedo, solo aversión frente a la repulsiva actitud de " eso" que me espiaba con descaro. Inmóvil, sentía todo amplificado; exagerado. Las respuestas de mi cuerpo se traducían a constantes escalofríos que contraían mis músculos una y otra vez... espasmos intensos.
Sus manos como una sustancia etérea, se posaban repentinamente sobre mi cabeza, traspasando mi cráneo, hasta absorber mis pensamientos, y comienzan las visiones.
Una mujer se balancea, colgada del cuello con una cuerda.Las cuencas de sus ojos están vacías. Su alma está lejos de ti. Más cerca estaba de mi en ese momento. La mujer puede ver. Una mosca vuela al rededor de su brazo púrpura, y la espanta con la mano. Todo se sume en una profunda oscuridad.
Abro mis ojos nuevamente. Ya no está; se ha ido. Intento quitarme el pelo de la cara, pero algo resbala. La habitación tiene pequeños rayos de luz nuevamente. Recojo lo que ha caído.Es una fotografía: Es la mujer.